Opiniones

Cuando el espejo te miente

Cristina Rodríguez Menéndez

     

«Tienes anorexia». Dos palabras que cambiaron mi vida hace un año y nueve meses, a pesar de que ya llevaba más tiempo del que ya creía dentro de mí.

Con tan solo tres años tuvo el escenario perfecto para adentrarse en mi vida. Los numerosos insultos, las burlas y desprecios recibidos en el colegio a causa de mis kilos de más, me condujeron a construir una baja autoestima. Mi debilidad, mi autoexigencia y el odio hacia mí misma junto con mi inseguridad fueron los aliados perfectos para que la enfermedad se colase dentro de mí.

Porque la anorexia no es un capricho para conseguir el cuerpo de las modelos sino que detrás de la preocupación por las calorías se esconden muchos problemas.

Es una lucha entre tu parte racial y tu parte irracional. Te llenas de miedos que te producen ansiedad. y culpa. «Nadie te va a querer con ese cuerpo», «si adelgazas vas a ser feliz».

Además, nunca estás conforme. A medida que los. kilos iban bajando, mi felicidad no iba aumentando, sino todo lo contrario, cada vez estabas más triste. 

No tenía fuerzas ni energía, tenía un frío constante y lo único que quería era estar sola.

Gracias a la ayuda profesional y al apoyo de mis seres queridos mi parte racional se fue haciendo cada vez más fuerte. Ella sí que era sincera y me mostraba miedos reales como el peligro que estaba corriendo mi vida en ese momento. El darme cuenta de que tenía una enfermedad fue el paso más importante de toda mi recuperación.

Cuando eres consciente de que dentro de ti hay una guerra, comienzas a luchar, porque sólo tú misma puedes salvarte.

El proceso de recuperación es lento y difícil pero lo más importante es no rendirse nunca, puede sonar a tópico pero es la pura realidad.

El ver como tu vida está mejorando te aporta las fuerzas suficientes para seguir adelante. 

Creo que la sociedad influye de forma muy negativa en el desarrollo de los trastornos de la conducta alimentaria.

Las enfermedades mentales no se normalizan, son un tema tabú y debido a ello hay mucho desconocimiento al respecto. No es facil cuando estás pasando por esto tener que escuchar «no vuelvas a hacer estas tonterías» o «no entiendo que te pasó, con el buen cuerpo que tenías antes…».

Y es que las personas no entienden que la anorexia es una enfermedad que no eliges, que no se trata de querer ser delgada sino de querer ser feliz.

Otro problema imperante en la sociedad es la cultura de la delgadez. A menudo podemos ver anuncios que venden el hecho de estar delgada como sinónimo de felicidad. Nos llenan la mente con productos dietéticos, con imágenes de modelos luciendo cuerpos insanos y nos intentan enseñar que hay que seguir un ideal de belleza basado en la delgadez, en lugar de enseñarnos a querernos independientemente del peso que marque una báscula.

Si hay algo que he aprendido con esta enfermedad es que el valor de una persona está por dentro.

Mi físico ha sido muy cambiante, he llegado a pesar 58 kilos y también 36 y, sin embargo, quien me quiso lo hizo siempre, incluso cuando yo no podía hacerlo. Cuanto más delgada estuve más infeliz fui. 

La vida merece la pena cuando la puedes disfrutar con las personas que quieres. Y cuando vives centrada en tus miedos y preocupaciones no puedes hacerlo.

Si volviera atrás, a pesar de todo el sufrimiento, pasaría por lo mismo, pero solamente porque gracias a ello hoy puedo quererme y valorarme. He dejado de preocuparme por aquello que tiene solución y aprecio más que nunca la suerte de poder vivir rodeada de personas que me valoran por lo que soy.

Tenemos que darnos cuenta de que sólo se vive una vez y nos merecemos ser felices. Lucha por aceptarte tal y como eres, porque los que de verdad te quieran lo harán por esa misma razón.

 

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