Opiniones

La filtración enmascarada de Jeffrey Goldberg a la presidencia de Trump 

Saúl García García

Primavera 2025

 El periodismo en Estados Unidos siempre ha sido el faro que guía a todos los medios internacionales. The New York Times, Washington Post, New Yorker… Todos son ejemplos de grandes empresas periodísticas que destacan por su comunicación, transparencia y, sobre todo, por actuar como cuarto poder frente al establishment político y empresarial de EE.UU. No son menos notables las famosas investigaciones del Caso Watergate, donde los periodistas Bob Woodward y Carl Bernstein destaparon el espionaje del ex-presidente Nixon al partido demócrata en el inicio de la década de los 70.

También destacan las investigaciones a la mafia de la primera mujer periodista del Washington Star en los años 60, fechas donde también ganó un Pulitzer por sus artículos donde exponía las irregularidades y fraudes al consumidor producidas por las grandes agencias de automóviles.

El periodismo de investigación es tan relevante porque defiende los derechos de los ciudadanos y destapa los movimientos en las grandes esferas del poder. Para amparar este cometido existe la libertad de prensa, en la constitución de Estados Unidos se protegió mediante la primera enmienda, aprobada en 1791.

También se recoge en el artículo 19 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos de las Naciones Unidas de 1948: “Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión; este derecho incluye el de no ser molestado a causas de sus opiniones, el de investigar y recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión. 

A pesar de que Estados Unidos sea la “casa del periodismo de investigación” el gabinete de presidencia de Donald Trump quiere censurar la filtración que publicó el periodista Jeffrey Goldberg de la revista digital The Atlantic sobre la planificación de los altos cargos políticos para el pasado bombardeo en Yemen. Pero los asuntos palaciegos van a su ritmo, como se suele decir, así que empezaré por el principio. 

A partir del ataque de Hamas a Israel en Octubre de 2023 los hutíes, una milicia aliada de Irán, han contraatacado atacando buques israelíes desde Yemen. Esto afecta al comercio global, incapacitando las relaciones comerciales entre Estados. El gobierno de Trump bombardeó el pasado 15 de marzo las localizaciones de la banda rebelde, matando a 53 personas en 24 horas.

Días anteriores a este ataque Goldberg ya conocía su planificación, los objetivos del bombardeo y el cronograma de actuación. El diario de acontecimientos se puede encontrar en la propia web del Atlantic, con estos dos artículos donde Jeffrey expone toda la historia: 

 

The Trump Administration Accidentally Texted Me Its War Plans
Jeffrey Goldberg on the Group Chat That Broke the Internet

 

Para explicar todo el marco de acontecimientos, el 11 de marzo el actual editor jefe de la famosa revista The Atlantic fue invitado por Michael Waltz, consejero de seguridad nacional, para entrar en un grupo de Signal  Signal es una aplicación de mensajería que cuenta con código abierto y “confidencialidad”, así como “privacidad” para sus usuarios. 

Goldberg descartó desde el principio que se tratara de un grupo real, primero porque los periodistas no suelen ser invitados a chat gubernamentales de EE.UU, más teniendo en cuenta la discordancia del Atlantic con la presidencia de Trump y segundo porque el ambiente actual de fake news no invitaba a pensar que el contenido no fuera una bomba de humo para tapar los trapos sucios del gabinete (en este punto todo es posible).

Pese a ello, las dudas de Goldberg se disiparon cuando dos días después, el jueves 13 de marzo, recibe una clara invitación a un grupo llamado “Houthi PC Small Group”. Al aceptar la solicitud vio el mensaje de bienvenida de Waltz: “My deputy Alex Wong is pulling together a tiger team at deputies/agency Chief of Staff level following up from the meeting in the Sit Room this morning for actions items and will be sending that out later this evening”. Pese a ser invitado y haber permanecido varios días en el grupo, nadie se percató de su presencia. 

La sorpresa del periodista no podría ser mayor cuando se dio cuenta de que en este chat se encontraban oficiales nacionales de seguridad, secretarios de defensa e incluso el director de la CIA. En resumen, 18 individuos pertenecían a ese grupo, donde se incluían varios cónsules de Seguridad Nacional; Steve Witkoff, el negociador de EE.UU con Urania y los países del Este de Europa; Susie Wiles, la jefa del staff de la Casa Blanca y Pete Hegseth, secretario de defensa. 

Goldberg comentó que jamás fue invitado a una reunión organizada por la Casa Blanca. Además en su carrera como periodista tampoco había oído de una reunión de este calibre organizada por una aplicación de mensajería rápida comercial como Signal. Por lo que decidió esperar a que los miembros del grupo empezaran a conversar.

El contenido del chat se basaba en el plan de los altos mandos para bombardear Yemen, teniendo en cuenta cómo afectaría esto a las relaciones con Europa y el contexto geopolítico en Oriente Medio, con Israel e Irán como actores relevantes.

Las capturas que adjunta Goldberg en su artículo con la descripción: “A screenshot from the Signal group shows debate over the president 's views ahead of the attack”: The Atlantic. 
Las capturas que adjunta Goldberg en su artículo con la descripción: “A screenshot from the Signal group shows debate over the president ‘s views ahead of the attack”: The Atlantic.

 

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El periodista seguía sin creerse que el grupo fuera real, ya que las conversaciones le parecieron que podrían estar escritas por IA, porque parecían totalmente reales y fidedignas a lo que podrían decir los cargos del chat. 

Goldberg llega a un punto donde sabe establecer la “revelación de secretos de Estado” y “su trabajo como periodista”. Casi al final de su artículo, confesó que a lo largo que se sucedían las conversaciones llegó a un punto donde los altos mandos planificaron la intervención bélica sobre Yemen aportando: información sobre objetivos, armas de EE.UU que serían desplegadas y las secuencias de ataques.

Uno de los participantes comentó que no estaba del todo conforme con atacar a los hutíes y dejar más libertad al comercio por mar en Europa: “Simplemente odio volver a sacar de apuros a Europa”. Algo con lo que Hegseth estuvo de acuerdo calificando la situación como un asunto “patético” 

En este sentido, se abstuvo de aportar información delicada para los intereses de su país, pero lo que sí que aportó en su artículo son las imágenes de exacerbado patriotismo con los que los miembros “celebraron” “el éxito de su misión”. 

Después de esto el periodista se eliminó del grupo sabiendo que le llegaría una notificación al creador: Michael Waltz. Sin embargo, nadie se percató otra vez de que se había ido del grupo. No fue hasta que le enviara un mensaje a Brian Hugues, el portavoz del consejo nacional, pidiendo explicaciones sobre la veracidad del grupo que se enteraron de que había permanecido varios días en el chat. 

Hugues le confirmó que en efecto, se trataba de un chat verídico donde se había discutido sobre planes bélicos de alto grado confidencial y que estaban revisando el error que permitió al periodista del Atlantic entrar en el grupo de Signal como un miembro más. 

Ciertas fuentes consultadas por el periodista, como expertos en abogacía y asuntos jurídicos, comentaron que Waltz estaría infringiendo normas gubernamentales ya que el contenido del chat entraría dentro de la calificación de “información de defensa nacional” y que la aplicación no está aprobada para compartir información clasificada. En todo caso, según las reglas gubernamentales, los oficiales tienen otros tipos de canales privados donde discutir asuntos de Estado, los móviles no entran dentro de esa calificación.

Además, Waltz borró algunos de los mensajes después de enviarlos, con el plazo de una semana o varios días. Sin embargo, las leyes federales dictan que este tipo de mensajes sobre actos oficiales deben preservarse. Otro motivo por el que Signal no es seguro para discutir este tipo de asuntos bélicos es que fue usado desde los móviles de los altos cargos, por lo que sus móviles podrían haber sido hackeados. Aunque Goldberg estuviera amparado en la libertad de expresión, las críticas por parte del gabinete presidencial no tardaron en llegar.

El pasado 25 de marzo, desde la Casa Blanca, Trump le quitó importancia al asunto comentando que los críticos “han hecho un gran problema de esto porque hemos tenido dos meses perfectos”. La mayor crítica que ha recibido Goldberg ha llegado por parte de Karoline Leavitt, secretaria de prensa de la Casa Blanca, que niega que la información que aportó Goldberg fuera clasificada, a pesar de las capturas que adjuntó en su artículo y que he exportado en esta columna.

Sin embargo, parece que sí se trata de un asunto relevante de seguridad, ya que el propio Elon Musk está investigando cómo se pudo invitar a un periodista en un chat de discusión bélica entre grandes cargos estadounidenses. 

Leavitt también declaró ante los medios que: “Goldberg es un hater anti-Trump. Es un demócrata registrado. La esposa de Goldberg también es demócrata registrada y una gran donante del Partido Demócrata que solía trabajar bajo Hillary Clinton”, afirmó la portavoz.

Este último también lo acusó de “mentir sobre las armas de destrucción masiva que nos llevaron a la guerra de Irak”. Cuando fue el propio Bush, ex-presidente estadounidense, el que justificó la invasión a Irak entre marzo y mayo de 2003. 

Siguió justificando el gravísimo error chanchullero de su gobierno: “Creéis al secretario de Defensa, quien fue nominado para el cargo, certificado por el Senado, que sirvió en combate de forma honorable con el uniforme de nuestra nación, o creéis a Jeffrey Goldberg, que es un demócrata registrado y un periodista sensacionalista anti- Trump?” No olvidar que su querido secretario de defensa, Pete Hegseth, tiene una denuncia por agresiones sexuales de 2017 e informes que le acusan de serios problemas con el alcohol .

Para rematar Leavitt concluyó que para ella la brecha de seguridad es simplemente una breve discusión política sensible entre miembros de gabinete”.

Noah Shachtman, periodista americano con una larga trayectoria en revistas como The Rolling Stones y The Daily Beast analizó la vulnerabilidad del equipo de seguridad de Trump: “Es difícil saber qué es peor: no saber quién estaba en el chat de grupo o llevar a cabo el chat con celulares. Es posible que los participantes —los participantes previstos, en cualquier caso— pensaran que estaban a salvo porque sus mensajes estaban encriptados por la aplicación de mensajería Signal, apreciada en todo el mundo por los amantes del secreto. Sin embargo, un chat solo es tan seguro como las personas que lo utilizan”.

Aunque la filtración de Goldberg haya empezado justo cuando el periodista decidió aceptar la invitación al grupo de Signal por parte de Waltz, ha acabado como un cuadro expositivo de la poca profesionalidad y arrogancia del gabinete presidencial de Trump, que lejos de admitir sus errores persiste en descalificar el trabajo periodístico del editor del Atlantic y rebajar el peso de sus hallazgos, donde queda claro la pedantería y la arrogancia de los aliados de Trump. 

Así que sí, espero que queden periodistas como Jeffrey Goldberg, que aprovechan las oportunidades para filtrar y exponer los trapos sucios de cualquier Gobierno. Criticar o censurar a este tipo de periodistas, que lo único que hacen es cumplir con su labor, dice mucho de la realidad en la que vivimos.