Opiniones

Sobre el utilitarismo y Lamine Yamal

Alexandra Socorro
Verano 2024

Según la Real Academia de la Lengua (RAE), por utilitarismo se entiende «la actitud o tendencia de valorar ante todo la utilidad de las cosas». En otras de la infinidad de páginas que se hallan en la red se pueden encontrar otras referencias al término. «Teoría ética que trata de diferenciar el bien o el mal al enfocarse exclusivamente en los resultados de las acciones» o «la filosofía que considera que es bueno aquello que es útil».

La raíz es la misma. El valor de algo -o de alguien- lo determina lo «útil» que esto sea considerado. Suena duro, incluso frívolo, pero lejos de ser una simple definición sobre un papel que aguanta todo lo que le pones, hay mucho de utilitarismo en la sociedad actual.

Vales lo que aportas. Lo que estés dispuesto a trabajar. Lo que tienes. Y esto, si lo aplicas a cuestiones como la migración, queda aún más al descubierto, si es que cabe.

«Yo no tengo problema en que vengan, pero si están aquí que sea para trabajar» o «que se queden si vienen a aportar, pero nosotros no los vamos a mantener». Pues eso. Utilitarismo.

Porque parece que solo quien migra para trabajar tiene las puertas medianamente abiertas. Quien lo hace para refugiarse de infinidad de cuestiones, no merece el respeto del primer mundo.

Y es que esto que digo se puede ver, por ejemplo, en casos como el del joven futbolista Lamine Yamal. «El que llevó a la selección española a la final de la Eurocopa». El que también es hijo de un inmigrante marroquí y una inmigrante de Guinea Ecuatorial. Él. Que ahora está en boca de todos porque a su corta edad se ha convertido en una estrella del fútbol, cosa que, sobra decir, es digno de admirar.

Sin embargo, entre tanto discurso que deja claro que «Lamine lleva a La Roja a la final», se nos escapa que ni una exitosa carrera deportiva ni marcar el gol del año es determinante para respetar los derechos humanos de una persona. Derechos que le pertenecen a cualquier persona, en España, en Palestina, en Ucrania, en Sudán o en cualquier parte del mundo, por el simple hecho de nacer. Entre ellos, por cierto, se encuentra el derecho a migrar y así lo estipula el artículo 13 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos: «Toda persona tiene derecho a circular libremente y a elegir su residencia en el territorio de un Estado. Toda persona tiene derecho a salir de cualquier país, incluso del propio, y a regresar a su país».

Y que entre tantos discursos de odio, racismo y utilitarismo mantengamos la perspectiva. No vales lo que aportas. No tienes que aportar para valer. Tus derechos residen en tu condición de ser. De ser persona. En España, en Palestina, en Sudán o en cualquier parte del mundo.

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