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Raquel Marín: “Recomiendo a mis alumnos hacer ayuno para mejorar la memoria”

Por: Lucía García

*Entrevista publicada en 2019*

La neurocientífica Raquel Marín es investigadora y profesora en la Universidad de La Laguna. Inició sus estudios de Bioquímica y Biología Molecular en la Universidad Autónoma de Madrid y realizó un máster y un doctorado de Biomedicina en Canadá.

A lo largo de su trayectoria ha publicado más de cien trabajos científicos, escribió el libro `Dale vida a tu cerebro´ y ha recibido diversos reconocimientos como el Premio de Investigación ‘Agustín de Bethencourt’.

¿Por decidió dedicarse a la neurociencia?

Yo tenía muy claro que quería ser espía para dedicarme a buscar lo desconocido, y la investigación ofrece eso. Previamente de trabajar en neurociencia, mis primeros trabajos en investigación fueron en Canadá, en el Ministerio forestal.

Luego comencé a trabajar en desarrollo, el área dónde se estudia cómo se genera un organismo, y acabé inmersa en el mundo del cáncer. Posteriormente, empecé a estudiar qué pasa en el cerebro y llegué a la neurociencia, a la que le he dedicado los últimos dieciséis años de mi vida.

¿Cómo ve la investigación científica en España?

Luego de estar en Canadá y Estados Unidos, regresé a España y para mí fue un choque importante porque la forma de abordar equipos de trabajo allí es muy distinta a la española. Lo que sí es cierto es que España, en particular, es un país que realmente genera mentes muy creativas.

El problema es que durante muchos años el seno político no ha acompañado a esa filosofía. Infraestructura no nos falta porque nos encanta poner ladrillos: siempre estamos generando institutos y comprando cosas, pero luego, a la hora de la verdad, eso solo puede funcionar con personas.

Ahora, a pesar de que sigamos siendo una potencia mundial en investigación, estamos en una fase de valle porque se hace todo con personas que tienen mucha perseverancia y van con capa y espada luchando contra todo.

¿Y en Canarias?

A nivel de Canarias tenemos lo que es un yin y un yang, ya que la insularidad genera esas dos vertientes. Por una parte, hay una cierta protección hacia los grupos de investigación consolidados, por otra parte, todo cuesta mucho más por la lejanía.

No conseguimos más financiación por estar lejos. Aun así, yo creo que hay una muy buena tradición de investigación en la Universidad de La Laguna, siendo una universidad muy antigua, y también ahora en Las Palmas de Gran Canaria.

¿Hay alguna deficiencia en los equipos de investigación de neurociencia en Canarias?

En general, la deficiencia que estamos acusando todos ahora es la falta de financiación. Se retrasan mucho en las convocatorias, la convocatoria anterior de solicitud de proyecto está retrasada en siete y ocho meses, entonces, llega un momento en el que estás completamente asfixiado para continuar una línea de investigación.

Yo creo que donde se está acusando más es en la reducción progresiva del número de proyectos concedidos. Para hacerse una idea, cuando nos concedieron a nosotros el proyecto de investigación en Neurociencia, fue el único que aceptaron en el Programa Retos Investigación de toda la Universidad de La Laguna.

Estamos hablando de una tasa de éxito que está llegando a niveles muy bajos. Eso determina que sin fondos no puedes investigar. La reducción de los fondos de investigación y el retraso de la concesión de las subvenciones ahoga a cualquiera.

¿Cómo mujer científica ha tenido alguna dificultad a lo largo de su trayectoria profesional?

Estamos en una universidad con una media de edad de cincuenta y siete años aproximadamente. Muchos de los que gestaron una forma y una dinámica de trabajo todavía están trabajando. Normalmente, se van heredando formas y filosofías de trabajo que son muy difícil de cambiar con las mismas personas que ya estaban ahí.

Qué quiero decir con eso, que sí he tenido dificultades. Es verdad que he notado el techo de cristal. Se refleja en todas las fases, desde que las chicas empiezan una tesis doctoral hasta que llegan a tener puestos de relevancia en investigación.

¿Cómo ve las nuevas generaciones de alumnos?

Yo veo que su forma de funcionar y su forma de planificar un trabajo es muy distinta de cómo a nosotros nos obligaban. Creo que hay que adaptarse a las nuevas formas de funcionar, de estudiar, de trabajar, y es lo que intento a través de mis clases y, luego, cuando se incorporen al mundo laboral.

En ese sentido, yo intento vivir con los tiempos, es decir, no me planteo de cómo era antes, me planteo lo que hay. Y creo que eso se traslada al ámbito laboral, seguramente se tendrá más tendencia a trabajar en equipos en los que uno sabe una cosa y el otro otra, en vez de trabajar en una forma muy cartesiana.

¿Por qué considera al intestino como un segundo cerebro?

El intestino tiene tantas neuronas como la corteza cerebral de un perro. Los perros suelen ser muy listos, entonces igual tenemos un intestino listillo. Lo segundo es que el intestino genera para el cerebro principal un montón de sustancias que le son esenciales para que funcione, por lo cual sin el segundo cerebro, el primero falla.

Además, en el intestino viven un montón de microorganismos que son realmente auténticos artífices de lo que le pasa al primer cerebro. Se han hecho estudios en animales, en los cuales se trasladaba de unos a otros su microbiota, es decir, todos los microorganismos del intestino.

El resultado fue que los animales receptores modificaban su carácter; adoptaban comportamientos que venían del anterior. Por lo tanto, con solamente trasladar la microbiota intestinal es posible modificar aspectos de la conducta de los animales.

Por lo que nuestra dieta influye en el cerebro y en la memoria…

Efectivamente, influye en la memoria y en las emociones sobre todo. Son dos aspectos en los cuales ya hay demostración más que fehaciente de que el estado del intestino y de sus microorganismos, que tienen que estar en su equilibrio adecuado, son desencadenantes de trastorno emotivos, trastornos de la memoria, alzhéimer, párkinson, autismo, depresión… En fin, el número de enfermedades va creciendo progresivamente.

¿Afecta al cerebro una gran ingesta de alimentos ricos en grasas?

El cerebro está lleno de grasas. Tiene grasas de todo tipo, grasas saturadas, insaturadas, colesterol, etcétera. Pero todo tiene que guardarse en una cierta proporción. La desproporción en grasas saturadas es uno de los que se consideran riesgos de patologías del cerebro porque, entre otras cosas, producen degeneración en la membrana neuronal y en lo que llamamos vulgarmente ‘nervios’. De hecho, las dietas ricas en grasas se asocian a obesidad y la obesidad acelera el envejecimiento del cerebro en unos diez años.

¿Es cierto que picar entre horas puede afectar a la memoria?

Si picas mucho entre horas, generas estrés por la masticación, y el estrés es enemigo completamente de la atención y del rendimiento intelectual. Yo siempre les digo a mis alumnos que en épocas de exámenes tomen carbohidratos de asimilación lenta, tipo legumbres o pasta. Y, si pueden, les recomiendo que hagan ayuno para mejorar la memoria. Pero cuando les digo eso me suelen tirar tomates (Risas).

¿En qué consiste su estudio de la relación entre las balsas lipídicas y el alzhéimer?

Las neuronas son grandes ‘charlatanas’ hasta el punto de que si no ‘hablan’ entre ellas se mueren. Si se mueren, el cerebro degenera, que es lo que le pasa a un enfermo de alzhéimer. Las neuronas utilizan sus membranas para ‘hablar’ entre ellas.

Las membranas tiene lo que llamamos balsas lipídicas, dónde se acumulan diferentes tipos de grasas que son esenciales para el cerebro. El cerebro no produce esas grasas y el cuerpo humano las produce en poca proporción.

Por lo cual, si nos fallan las balsas lipídicas, por la alimentación o el envejecimiento, va a fallar la comunicación entre las neuronas. Las neuronas empiezan a ‘hablar poco’ y se mueren, por lo que acabamos teniendo una degeneración.

Y en base a eso, ¿todavía no existe un tratamiento?

Hay muchos estudios, sobre todo ensayos clínicos, con pautas alimentarias que tienen efectos bastante interesantes. Por ejemplo, la dieta mediterránea es una de las dietas más saludables a nivel cerebral. Se ha demostrado en personas con deterioro cognitivo, que es la antesala del alzhéimer, que siguiendo una dieta mediterránea han mejorado su rendimiento.

¿Cuáles son sus claves para mantener el cerebro joven?

La primera es la interacción social y, la segunda, el ejercicio físico. Cuando hablo de ejercicio físico no significa que todos los días haya que ir ocho horas al gimnasio, es simplemente un ejercicio regular como caminar al aire libre. La tercera es la alimentación, relacionada con la anterior porque el ejercicio influye en ella y viceversa. Y ¿por qué la alimentación y el ejercicio las pongo juntas? Porque las dos afectan al segundo cerebro y, evidentemente, al primero.

¿Aporta el mismo beneficio para mantener el cerebro joven tener interacción social cara a cara que a través de un dispositivo electrónico?

No, no es el mismo efecto. Porque en el cerebro hay un aspecto que está íntimamente ligado al funcionamiento mental del lenguaje corporal. Por ejemplo, dependiendo si utilizo ciertos gestos o ciertas formas de mirar, puedo ver qué éxito consigo en el interlocutor, y eso solo lo puedo hacer cara a cara. 

Muchas veces lo que está ocurriendo es que los adolescentes interactúan poco en grupo, por lo que luego se sienten frustrados porque sus habilidades sociales se van degenerando. 

¿Algunos de los avances científicos podrían presentar problemas bioéticos?

Opino que la investigación va por delante y la legislación, por detrás, cuando ya muchas veces es demasiado tarde. En el cerebro del futuro a lo mejor puedes implantar memoria que no tienes. En unos años, se podrán adivinar las emociones o pensamientos de una persona solo con observar el movimiento de sus ojos.

Por lo que el nicho de intimidad y el derecho a la privacidad, ¿dónde queda? Este tipo de avances están surgiendo y la parte legislativa no acompaña. Además, sería una legislación a nivel mundial porque son cosas muy trascendentales.

¿Quieres saber más sobre Raquel Marín y su equipo? Adéntrate en su laboratorio

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