Historias

Babies Uganda, camino hacia un hogar

Alexandra Socorro

Otoño 2024

“Todo suma, todo vale, todo cuenta”. Ese es el lema de Babies Uganda, una asociación de Cooperación Internacional para el Desarrollo que se constituyó en 2012 con un objetivo concreto: “Solucionar la dramática realidad que viven miles de niños ugandeses y colaborar para generar desarrollo en toda la comunidad”.

Asociación Babies Uganda. Foto: Babies Uganda
Asociación Babies Uganda. Foto: Babies Uganda

Según datos de la ONG Humanium, casi la mitad de la población ugandesa está conformada por menores. De hecho, en 2021, los niños de entre 0 y 14 años representaban el 46% de la población total del país. Las cifras convierten a la población de Uganda en una de las más jóvenes de todo el mundo.

La edad media en el país equivale a los 15 años. Esto, en palabras de la cofundadora y presidenta de Babies Uganda, Montserrat Martínez, se debe “a que la mortalidad es alta, la esperanza de vida es baja, muy poca gente tiene acceso a la sanidad y, además, la media de hijos que tiene una mujer también es alta”. En 2021, el número de hijos por mujer se situaba en torno a los 5 (4,58).

Un viaje para “conocer”

Fue en el año 2009 cuando Montserrat Martínez viajó a Uganda motivada por una curiosidad que no saciaban los medios de comunicación en España. Su pregunta era clara: “¿Qué ocurre en países como Uganda?”.

Lo que veía en portales informativos, asegura, no le convencía. “Solo se difundía la foto del niño desnutrido con lágrimas que ponen en Navidad”, dice, pero tras esto, un vacío. “No salía nada en las noticias, nadie hablaba de lo que ocurría en los países de África”, cuenta Montserrat y agrega que, con la intención de conocer, decidió viajar a Uganda: “Quería ir allí, ver con mis propios ojos”.

Niños se abrazan. Foto: Babies Uganda
Niños se abrazan. Foto: Babies Uganda

Por aquel entonces, Montse tenía tres hijos y “el más pequeño no había cumplido ni cuatro años”, pero nada le impidió viajar hasta Uganda, donde se instaló durante un mes.

El orfanato que escribió el principio de la historia

En el viaje Montse conoció a Remmie, una mujer ugandesa que tenía una casa de acogida en la que vivían alrededor de 30 bebés. El lugar, “por falta de medios”, iba a cerrar. No conforme con la situación, una vez regresó a España, la que años después se convertiría en presidenta de Babies Uganda empezó a mandar dinero, junto a su compañera Maribel, para evitar la desaparición del orfanato.

La iniciativa dio resultados y, en la actualidad, la casa de acogida permanece abierta. “El orfanato lo sigue gestionando Remmie y colaboramos de manera mensual con ellos”, sostiene Montse.

Más allá de quedarse en una buena acción, asegura Montse, “fue el principio de lo que hoy es Babies Uganda”, pues el orfanato que iba a cerrar sus puertas terminó por convertirse en la Babies Home, uno de los numerosos proyectos que tiene Babies Uganda. Después de esta iniciativa se produjo un constante camino de cooperación y desarrollo.

“Todo surgió poco a poco”

Tras más de diez años de andadura, y “muy poco a poco”, la ONG Babies Uganda fue creciendo. Cuenta con múltiples proyectos destinados a diversas causas. Desde Kikaya House, una de las casas para los niños huérfanos situada “en uno de los lugares más pobres”, hasta un centro médico que cuenta con áreas de maternidad, laboratorio, vacunación, oftalmología, fisioterapia y clínica dental. También la Babies Home, un colegio para niños con discapacidad visual (CEVIC) o una escuela de infantil, primaria y secundaria con casi mil niños.

Algunos de los centros se ubican en la zona de Kikaya, donde antes “no había absolutamente nada”. Para llegar hasta el sitio es necesario cruzar el lago Victoria, algo que para muchas personas de la zona puede suponer todo un reto: “Tienen mucho miedo al agua porque no saben nadar”. 

Foto: Babies Uganda
Foto: Babies Uganda

La asociación, que ofrece toda su ayuda de manera gratuita, cuenta con el apoyo de María, hija de Montse, que lleva más de cuatro años viviendo en Uganda y es la coordinadora de proyectos en terreno, y de un gran número de personas locales como Toni, que es trabajador social. “Toni me fue a buscar al aeropuerto cuando llegué a Uganda y nos cedió una parcela de tierra que heredó de su padre para construir Kikaya House”, explica Montse. Ahora, él se ha convertido en un pilar fundamental de la ONG.

A los proyectos anteriores se suman otros. Babies Uganda se encuentra inmersa en la construcción de un colegio para niños con discapacidad tanto intelectual como motora. El nuevo centro se inaugurará en febrero del 2025.

“La discapacidad está bastante escondida”

Cuando se inauguró el Colegio para niños con discapacidad visual, apenas seis menores hacían uso de las instalaciones. Ahora son 63. “Hay muy pocos sitios en Uganda que cubran este tipo de necesidades”, asevera Montse y a ello se suma que la discapacidad “es un tema tabú en el país”.

Por otra parte, en el centro “no solo se ayuda a los niños con todo lo que necesiten, también a algunas de las familias que son extremadamente pobres”. El fin de CEVIC es la inclusión, pues “muchas veces los padres huyen de los niños que tienen discapacidad alegando que ellos no tienen hijos así, se les esconde”.

Maribel, fundadora de la ONG, junto a dos niños. Foto: Babies Uganda
Maribel, fundadora de la ONG Babies Uganda, junto a dos niños. Foto: Babies Uganda

En lo que respecta al resto de servicios, Montse expone que en la clínica se atienden a más de mil pacientes anuales y en el colegio ocurre lo mismo. “Antes de Kikaya Junior School muchos menores no estaban escolarizados. De hecho, en nuestro cole hay menores en un mismo curso de edades muy diferentes porque antes no tenían acceso a la educación”.

Sin embargo, el objetivo es “poner en sus manos, y siempre respetando la cultura, todas las herramientas posibles para que tengan educación y puedan generar un cambio en el futuro”, cuenta la presidenta de Babies Uganda.

Cooperación con las personas locales

Según las cifras del Banco Mundial, la población activa en Uganda en el año 2022 equivalía a un 39%. Del porcentaje, un 72% se ocupaba en áreas como la pesca o agricultura, que se sitúan como las principales fuentes de actividad económica en Uganda. Este último sector se posiciona como el principal empleador en el país, pues, según los datos aportados por el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola, siete de cada diez personas ugandesas en edad de trabajar lo hacen en el sector agrícola.

“En Babies Uganda tenemos a más de 140 personas contratadas y todo el personal es ugandés”, expone Montse Martínez. Además, “todos los profesionales son de Uganda”. Esto se debe a que uno de los aspectos más importantes para la ONG es “mejorar la calidad de vida, ofertar y crear todo el trabajo que se pueda y cooperar con la gente local”.

“Somos una familia”

El mayor reto para la asociación ha sido “intentar que se beneficien el máximo de personas posibles con los recursos disponibles”. Sin perder de vista a la comunidad ugandesa, el objetivo es “dar oportunidades”.

El camino no ha sido fácil, pero como cualquier cosecha, esta también ha dado sus frutos. “Nuestros niños en Kikaya son una familia. Allí tenemos 32 hijos y el día que cumplan 18 años seguirán con nosotros”, indica la presidenta de la ONG. El día que se independicen “Kikaya House seguirá siendo su casa y podrán volver cuando quieran” porque, lejos de ser un orfanato, lo que se ha creado en Babies Uganda “es un hogar”.

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