Ciberacoso, la violencia en internet
Paula Peña, Carla Rivero, Sara Toj y Adriana Rodríguez
Primavera 2021
Judit prefiere mantenerse en el anonimato. Recibe veinte notificaciones. Su móvil vibra y no deja de sonar. Tiembla a cada pulso, siguen insistiendo y desbloquea la pantalla: “Mándame una foto desnuda”. Después de dos días por fin han parado. Denunció, y el acoso parece haber terminado. Su caso forma parte del 52% de mujeres españolas que alguna vez ha sufrido acoso en Internet, según la encuesta de la organización no gubernamental Amnistía Internacional del año 2017. Este concluye que alrededor de un 76% de las mujeres que recibieron ataques en las redes sociales habían hecho cambios sobre la forma en que usan las plataformas. Pero, ¿qué es el ciberacoso?
Se determina como la conducta que implica la persecución y atentado contra la libertad y privacidad de la víctima. En general, hay tres supuestos: el ciberacoso como tal, referido al que sucede entre dos adultos; el ciberacoso sexual, que puede derivar en delitos pornográficos; y, por último, el ciberbullying, el cual implica violencia entre menores. Poco a poco, la irrupción y desarrollo de las tecnologías cambian el modus operandi de la sociedad, tanto de sus jóvenes como adultos, y se integra en su vida cotidiana.
Es una de las conclusiones que se extrae del estudio El ciberacoso como forma de ejercer la violencia de género en la juventud: un riesgo en la sociedad de la información y del conocimiento (2013) de la Delegación del Gobierno para la Violencia de Género. Además, puntualiza que las mujeres jóvenes son “más vulnerables al daño del ciberacoso” y esto genera “relaciones de desigualdad entre hombres y mujeres que tienen o han tenido una relación afectiva”.
Relación afectiva. Estas dos palabras se mastican lentamente en la boca de Claudina Morales, directora del Instituto Canario de Igualdad: “Al contrario que el Estado, la ley canaria está adaptada a los últimos convenios de Estambul, donde se considera como tipo de violencia todas las formas ejercidas hacia las mujeres por el hecho de ser mujer”.
Con respecto al Código Penal, la legislación española recoge varios artículos relacionados con la tipificación del ciberacoso. Por una parte, el art. 172 y 183 se refieren al acoso de carácter general y con fines de carácter sexual sobre menores, mientras que la difusión de imágenes de carácter íntimo responden al 197.7. y los delitos contra la integridad moral se recogen en el artículo 173.
Elvira Tejada de la Fuente, fiscal de la Sala Coordinadora en materia de Criminalidad Informática del Estado, comenta que a pesar de las actualizaciones realizadas en el año 2010 y 2015 en los textos, aún hay conductas que necesitan ser tipificadas como acoso, por ejemplo, la suplantación de identidad en la Red. “Hay que pensar continuamente en otras conductas que se están produciendo y que no encajan bien en los tipos penales previstos”, comenta de la Fuente.
De la misma forma, hace hincapié en la concienciación civil: “Los ciudadanos estamos utilizando las herramientas tecnológicas sin desarrollar medidas de seguridad. Dejamos fotos nuestras en abierto, mantenemos contacto con cualquiera sin saber quiénes son exactamente estas personas, y por ahí vienen muchos problemas. Esto determina que seamos especialmente vulnerables en la Red”.
Según los datos recogidos por la Fiscalía, el ciberacoso supone un 13% de las investigaciones que se están realizando en Internet. Para ello, los tres fiscales de la Sala Coordinadora cuentan con el apoyo de la Policía Nacional, los cuerpos de seguridad autonómicos, la Guardia Civil y una red de fiscales distribuida por toda España que llegan a los 150 profesionales. “Pero la tarea es muy amplia y cada vez es más difícil”, comenta la fiscal. Factores como la falta de habilidades técnicas, la escasa financiación de laboratorios de innovación que investiguen nuevos recursos de persecución o la dimensión internacional de la delincuencia afectan a la óptima captación de los acosadores.
Sobre el protocolo de actuación, en primer lugar se activa la investigación que cerciore las sospechas de ciberacoso. A continuación, se pide autorización al juez para incautar los dispositivos y volcar el material informático para comprobar los actos punitivos. Y en caso de cometerse violencia contra la mujer por el hecho de su condición, “entonces el peso de la investigación lo lleva la Unidad de Violencia de Género. Nosotros en ese caso realizamos un apoyo técnico”, explica De la Fuente.
“No hay datos ni a nivel insular ni estatal”
Desde hace veinticinco años, la Asociación Mercedes Machado abre sus puertas en la Avenida Libertad para recibir y dar apoyo a las mujeres que sufren violencia de género. A la plaza del barrio también ha llegado la virulencia de Internet y su rostro más escabroso. Omar Israel Díaz es uno de los encargados de dar talleres de formación a los estudiantes de la ESO y Bachillerato, y a todos les enuncia la regla de oro: “Si enseñas la cara, no enseñes el culo, y viceversa”.
Las pautas que sigue la organización al encontrarse con un caso de ciberacoso es la atención confidencial y, rápidamente, la derivación al servicio correspondiente. En estas circunstancias, llaman al Dispositivo de Emergencia para Mujeres Agredidas (D.E.M.A.), donde una psicóloga o trabajadora social atenderá a la afectada: “Lo que queremos es que esta persona vaya directamente a un sitio seguro”, afirma el profesional.
Son profesionales que trabajan a pie de calle, día a día con personas que van a sus talleres y con las que comparten momentos íntimos, donde la educación se erige como el punto clave para continuar haciendo su camino. “El ciberacoso implica sentirse agobiada y viene de que la otra persona te pide más y te chantajea con lo que tiene, que puede ser una foto que tiene de ti en sujetador”, explica el trabajador social. Mira directamente a los ojos: “Enrédate sin machismo, sin homofobia, sin las fobias, haz un uso responsable de las redes, denuncia porque, si te pasa a ti, le puede pasar a muchas personas”, y repite: “Si puedes denunciar, denuncia”.
En la misma moneda pero desde una perspectiva diferente está Claudina Morales, directora del Instituto Canario de Igualdad. Emprenden sus acciones a partir de las campañas de sensibilización y la atención directa a víctimas. Sin embargo, “no hay datos sobre el ciberacoso a nivel insular ni a nivel estatal”, saben que existe, se han hecho actividades de prevención al respecto, pero la cifra es una incógnita.
Sin un protocolo específico relacionado con las nuevas tecnologías, desde la Red Canaria de Atención a las Víctimas de Violencia de Género se atiende a la mujer que llega, y dependiendo de sus circunstancias se la deriva a un profesional u otro. “Se le informa de todo para que ella sepa qué es lo que puede hacer, y les decimos que no borre nada porque todo esto son pruebas”. Acerca del perfil que suele denunciar “tampoco hay datos estadísticos claros”, aunque sí está relacionado con la gente joven, “quienes utilizan las nuevas tecnologías como forma de comunicación y de relación”, declara la directora.
Como un observador silencioso, el Instituto pone al alcance de la ciudadanía distintos recursos como vídeos de Youtube, aplicaciones como Cibermolo o la Red Canaria de Centros para la Igualdad, que incluye a 225 colegios por ahora. “En un mundo que va en constante cambio, lo necesario es educar a la gente joven: decirles que esta forma de violencia existe, que no es menor ni normal y son relaciones insanas que hay que combatirlas”, sostiene Morales; la educación como último bastión, la fuerza que debe de reformar a una generación de pantallas.
El papel de las redes sociales
*Nota*: Para la elaboración de este reportaje, las redactoras se pusieron en contacto con las redes sociales más populares entre la ciudadanía: Instagram, Facebook y Twitter. Ninguna de ellas respondió.
Si acudimos a los términos de cada una de ellas, comprobamos que el hilo de Twitter comienza con el testimonio sobre su creencia en la libertad de expresión y el diálogo abierto. No obstante, ante insinuaciones sexuales no deseadas e imágenes y nombres de usuarios que incitan al odio se procederá al bloqueo de la cuenta.
Por otra parte, la empresa de Mark Zuckerberg, asediada por sus políticas de privacidad, advierte que, a pesar de intentar que Facebook esté disponible para todo el mundo, no puedes usar la plataforma en caso de que hayas sido condenado por delitos sexuales. ¿Cómo se comprueba? Según detallan, cuentan con equipos especializados en todo el mundo y desarrollan sistemas técnicos para detectar si sus productos están siendo utilizados de manera inadecuada por la comunidad para eliminar, bloquear o inhabilitar las cuentas, publicaciones o interacciones.
Para Ana Gómez, responsable de medios de comunicación en Amnistía Internacional: “Las empresas de redes sociales tienen la responsabilidad de respetar los derechos humanos, incluido el derecho a la libertad de expresión. Deben garantizar que las mujeres que usan sus plataformas pueden hacerlo libremente y sin temor”. A través de medidas individuales de seguridad y privacidad, como el bloqueo, el silenciamiento y el filtrado de contenidos que permitan una experiencia menos tóxica y perjudicial.
Otro papel importante es el de la educación en materia, donde, según Gómez, es necesario que las personas encargadas de moderar las comunidades tengan formación para identificar amenazas y abusos relacionados con el género y otros aspectos de la identidad. “El derecho a la libertad de expresión debe ser disfrutado por igual por todas las personas e incluye el derecho de las mujeres a expresarse y a vivir sin violencia y abusos, tanto dentro como fuera de Internet”, concluye. Después de haberle enviado recomendaciones a Twitter, Amnistía Internacional no cuenta con respuestas ni actualizaciones en el protocolo de lucha contra el acoso de dicha red social.
Secuelas psicológicas
La presión, la persecución, el timbre continuo en el oído son pequeñas gotas que van erosionando la salud de la víctima. Amnistía Internacional lo recoge así en un informe que atestigua que el 51% de las encuestadas en España padecieron estrés, ansiedad o ataques de pánico tras sufrir abusos en Internet. Además, el 63% padecía problemas de insomnio y el 32% dejó de publicar contenidos que expresaban su opinión sobre ciertos temas.
Natividad Hernández, psicóloga de la Comisión para la investigación de malos tratos a mujeres, declara que, en muchas ocasiones, no es el médico quien da una atención primaria, sino sus amigas, el “círculo más cercano” en el que convive la víctima.
Numerosas campañas de sensibilización ciudadana divulgan el lema: “si es amor, no duele”, sin embargo, la profesional sigue advirtiendo esos problemas de toxicidad en las relaciones: “No lo suelen detectar porque ‘el amor no te deja ver’, o no lo quieren reconocer, les suele dar vergüenza. Niegas tu propia realidad”. Trabaja distintas técnicas con quienes acuden a su consulta, abarcando las emociones, los sentimientos de culpa, de pena, de miedo y de dependencia emocional.
Normalmente, la escalada de virulencia y frecuencia en el ciberacoso comienza de menos a más, como en otro tipo de ataques, y una de las metas reside en que sea la víctima quien “ponga un freno y el acosador se vea obligado a retroceder”, señala la psicóloga.
El ciberacoso como forma de violencia de género
El ciberacoso es una de las múltiples ramificaciones de la violencia de género, concluyen las distintas fuentes consultadas. “Es algo que ha nacido con Internet y con las redes sociales. Además, el ciberacoso lo podríamos englobar dentro de la violencia psicológica como una nueva modalidad”, afirma la psicóloga. Por su parte, la presidenta del ICI insiste en la necesidad de detectar “el contenido machista de las redes” con el objetivo de combatirlo y concienciar a la sociedad.
“No es que se trate de un nuevo tipo de violencia de género, sino que es una herramienta más con la que cuenta el patriarcado para ejercer su dominación sobre las mujeres y niñas, por el hecho de serlo”, incide Ana Gómez desde Amnistía. El pacto por la violencia de género aún no está aprobado y entre sus apartados incluye una breve mención al ciberacoso que hace referencia a la formación de los jóvenes sobre el uso adecuado y crítico de las nuevas tecnologías, sobre todo en la protección de la privacidad y sobre los ciberdelitos. “Hay que darle más caña a la ley, es un problema que ha ido in crescendo donde hay nuevos actores o actrices y nuevos instrumentos”, concluye Omar Israel Díaz.
Más en profundidad…
Las empresas de rastreo
Todo es susceptible de ser mercantilizado, y el acoso también. Una de las herramientas a las que pueden acudir las víctimas son las empresas de rastreo como eGarante, que sirve para acreditar fehacientemente los movimientos que se realizan en la red. Fundada en 2012, ofrece múltiples servicios que se diferencian para el ciudadano y las empresas como la relación con proveedores y administración, obtener las evidencias web de sitios en los que se necesiten obtener una copia certificada o permitir crear un registro de las interacciones de los usuarios con capacidad probatoria a nivel judicial.
Desde eGarante responden que es un equipo multidisciplinar en el que trabajan desde abogados y financieros a técnicos donde ya han atendido a cientos de casos, “muchos de ellos a través de los diferentes cuerpos de policía y guardia civil”. Las herramientas que ofrece la organización son eminentemente capturas de evidencias web y añaden que se trata del “referente y casi un estándar a la hora de obtener dichas evidencias, nuestro servicio ofrece un screenshot con capacidad probatoria legal”.
Twitter, Instagram y Facebook permiten al usuario que una aplicación externa acceda a la mensajería privada y se menciona en el perfil. De esta manera, “es transparente puesto que el usuario nos ha concedido el acceso mediante permisos, así nos sirve el contenido sin que ‘pase’ a través del propietario y se pueda modificar”.